Tras 10 años en el poder, la estrella de Justin Trudeau se está apagando a gran velocidad: el electorado le ha dado la espalda y, dentro de su Partido Liberal, cada vez más voces quieren que dimita para evitar una catástrofe en las elecciones programadas para octubre de 2025.
Desde hace meses las encuestas cuentan todas la misma historia. Justin Trudeau es un primer ministro impopular y el Partido Liberal se encamina a una dolorosa pérdida en las próximas elecciones generales que le puede relegar al tercer puesto en la Cámara Baja del Parlamento.
La media de encuestas coloca en estos momentos al Partido Conservador, liderado por Pierre Poilievre, con un 42.5 % de intención de voto, mientras que el Partido Liberal de Trudeau está 19 puntos por debajo, con el 23.2 %.
Y lo que es peor para las voces críticas en el seno del Partido Liberal, la falta de ideas y el inmovilismo del Gobierno de Trudeau ante los problemas que aquejan al país anticipan que los próximos meses más canadienses les darán la espalda.
Algunos incluso temen que se reproduzca la situación vivida en las elecciones de 2008 cuando el Partido Liberal, entonces en la oposición y dirigido por el intelectual Michael Ignatieff, quedó reducido a 34 diputados de los 308 escaños que tenía entonces la Cámara Baja del Parlamento.
“Lleva por detrás en las encuestas desde hace ya algún tiempo. Eso no es un problema enorme cuando las elecciones están lejos así que el partido le dio margen a Trudeau para intentar mejorar la situación porque quedaba tiempo”, explicó a EFE el profesor de Ciencia Política de la Universidad de Toronto Andrew McDougall.
“Pero ahora sólo queda un año antes de la próxima elección. Así que la presión ha aumentado y el partido está cada vez más impaciente”, añadió.
Paradójicamente Trudeau se hizo con el liderazgo del Partido Liberal tras el desastre electoral de 2008. Hijo del exprimer ministro y exlíder liberal Pierre Trudeau, uno de los políticos más trascendentales de la historia moderna de Canadá, cumplió con las expectativas y en 2015 arrasó en las elecciones generales, convirtiéndose en el vigésimo tercer primer ministro del país.
Y también, paradójicamente, una de las principales propuestas que le auparon al poder en 2015 fue la de abrir las fronteras del país para recibir más refugiados e inmigrantes, tanto por razones económicas como para recuperar el espíritu fundacional de Canadá como país de acogida.
Fiel a sus promesas, uno de sus primeros actos como primer ministro tras ganar en 2015 fue acudir al aeropuerto de Toronto para recibir personalmente a refugiados sirios.
Diez años después, el país norteamericano ha cambiado. En 2015, Canadá recibió 300 mil inmigrantes. Desde entonces, la cifra no ha parado de crecer. En 2022 fueron 431.645, un 16 % más que en 2021. En 2023 fueron 465 mil. Este año llegarán a 485 mil. A partir de 2025, 500 mil al año.
Gracias a esos niveles migratorios, Canadá es el país del G7 con mayor crecimiento demográfico, con un 2.7 % anual. Es el nivel más elevado desde 1957, cuando la explosión de nacimientos en la posguerra y la inmigración colocó la tasa en el 3.3 %.
El problema para Trudeau es que el país no ha podido absorber estos niveles de inmigración. Literalmente no hay suficientes viviendas para una población que en nueve meses entre julio de 2023 y abril de 2024 creció en un millón de personas. Tampoco los servicios básicos como sanidad han podido con el ritmo de crecimiento.
Trudeau reconoció este jueves que se equivocó y ha anunciado que reducirá hasta un 27 % el número de inmigrantes que Canadá recibirá en los próximos tres años.
“No acertamos con el equilibrio”, aceptó.
“Vamos a estabilizar el crecimiento de nuestra población para que todos los niveles de gobierno tengan tiempo para recuperarse, para hacer las inversiones necesarias en sanidad, vivienda y servicios sociales. Para acomodar más gente en el futuro”, añadió.
La cuestión ahora es saber si tendrá tiempo para recuperar el aura que le ha mantenido en el poder desde 2015, especialmente en el seno del Partido Liberal.
“Trudeau insiste que es la mejor persona para liderar el partido, que nadie lo haría mejor. La mayoría de los políticos creen que son los mejores para liderar sus formaciones. Así que no me sorprende que Trudeau se resista a dejar el poder”, explicó McDougall.