Desde los orígenes de las civilizaciones, a las mujeres se les relegó al interior de los hogares, mientras que los hombres gozaron de la libertad de expandirse en el mundo exterior. Se trata de una cuestión que existe desde la época precolombina, se acentúa durante el virreinato y prevalece hasta la actualidad. Sin embargo, como se nos dice en el documental “Las Amazonas de Yaxunah”, “lo que no pasa en mil años, puede cambiar en un instante, lo único que se necesita es que una deidad suspire en el aire y cambie el curso del viento”.
El documental cuenta la historia de un grupo de beisbolistas originarias de la región maya del municipio de Yaxcabá, en el estado de Yucatán. Motivadas por el deseo de hacer una actividad física que no sea zumba, las integrantes de la comunidad se organizan para formar un equipo de béisbol y jugar partidos entre ellas, hasta consolidar su lugar dentro de las ligas estatales, nacionales e internacionales.
Frente a la falta de indumentaria y de equipo, las participantes erigen el equipo jugando con bates hechos de troncos de árboles y pelotas cocidas con retazos de tela y, en vez de uniformes deportivos, utilizan hipiles tradicionales con flores bordadas. Así mismo, juegan descalzas, para “correr como venados, sentir el calor del campo y volverse unas con la tierra”. Es entonces cuando deciden nombrarse a sí mismas como “Las Amazonas de Yaxunah”.
Mientras las amazonas intentan alcanzar el éxito en el mundo del deporte, se enfrentan a diversas dificultades. En la cinta vemos los constantes reclamos por sus esposos, quienes las juzgan por pasar tiempo fuera de sus hogares, revelando el sistema patriarcal en donde habitan, que relega a las mujeres a los espacios privados y reserva los espacios públicos para los hombres. Sin embargo, debido a la resistencia de las amazonas, poco a poco surge un cambio en la mentalidad de su comunidad que les permite, les reconoce y les celebra su éxito como deportistas, aún cuando este implica que dejen la casa de vez en cuando.
En entrevista con La Voz de Michoacán el director del documental, Alfonso Algara, nos cuenta sobre el proceso creativo de realización de la cinta, la relación de confianza que construyó con las participantes y la incomodidad que pasó durmiendo en una hamaca durante el rodaje.
¿Cómo fue la realización de este documental, de seguir la trayectoria de las beisbolistas?
Las fui a conocer personalmente, estuve platicando con ellas un buen rato y me contaron de su historia. Después fui puntualmente con cada una de ellas y fueron contándome sus historias personales. Nos impactó muchísimo. ESPN decidió hacer un documental. Al principio simplemente iba a hacer un reportaje para Sports Center y luego se convirtió en un documental porque creímos que valía la pena. Empezamos a grabar con ella, viajamos cuando había momentos en su trascurso, lo que hace que se sienta la historia muy viva y que estamos en los momentos importantes de ellas conforme iban creciendo.
¿Cómo fue elegir a “Las Amazonas de Yaxunah” para la producción de un documental desde una cadena de deportes como ESPN, que está principalmente enfocada a cubrir otro tipo de deportes, eventos y atletas?
ESPN tiene ratos de hacer historias más parecidas con esta. Principalmente las historias son de deportistas que ya son famosos y la gente los conoce. Pero lo difícil es conseguir las historias cuando están empezando y creo que eso es lo bonito de esta historia: que las agarramos justo en el momento donde ellas estaban empezando a salir de sus comunidades para cumplir sus sueños. La verdad fue muy grato ver que ellas tenían las ganas de contar la historia.
¿Existió alguna barrera en el lenguaje al momento de entrevistar a las participantes del documental?
Si, porque su primer idioma es el maya y el español lo van aprendiendo poco a poco, entonces no tienen una perfecta conjugación de los verbos. Entonces involucramos a Yalitza Aparicio, para que fuera narrando, lo que hace que se entienda mejor y que les diéramos la libertad de hablar en maya, si querían hacerlo.
A mí me pareció muy lindo porque justamente lo que ellas quieren es preservar es su lengua maya. Se han ido dando cuenta que conforme va pasando el tiempo, se ha ido perdiendo la lengua porque los jóvenes no la quieren aprender o porque prefieren entrar directo al español. Entones una de las cosas que ellas quieren defender es el seguir utilizando su porra maya, entre ellas hablan constantemente maya. El equipo está conformado por chicas de entre 13 y 63 años, entonces las más jóvenes aprenden porque todas las pláticas del equipo son en maya. Van defendiendo su cultura y van heredando esto a las nuevas generaciones.
¿Cómo fue la relación entre los miembros del crew y las jugadoras de béisbol durante el rodaje?
Hubo mucha confianza, eso es lo que más aprecio y lo que más llevo. Con eso del huracán Milton, hemos estado en constante comunicación Nos llevamos muy bien. Creo que todos cuando regresamos a casa daban las gracias por haber vivido esta experiencia. Conocer Yaxunah es riquísimo. Además de que no tienes tu celular ni nada, ves como los niños juegan con la tierra y con las gallinas, como ellas cocinan con sus legumbres afuera, como tienen lo necesario para vivir, porque el supermercado está a 45 minutos de ahí y ellas tampoco tienen acceso a todo eso. Ha sido muy lindo. La parte que más nos llevamos fue la relación que tenemos con ellas.
Tú ves la escena donde está la mamá con la hija haciéndoles las trenzas y para mí fue muy especial porque significaba que la niña estaba siendo ella misma frente a las cámaras, como si nada estuviera pasando. Y esa confianza la fuimos trabajando poco a poco. Para mí, era muy importante que el equipo se involucrara: que platicara con ellas, que se sentaran a comer y que se durmieran en las hamacas. Fue muy gratificante.
A veces teníamos que separar grupos y no había como comunicarnos, porque no hay celulares. Está muy apartado, no hay supermercados, lo más que hay es una tiendita. No hay restaurantes, no hay hoteles. Es simplemente acostumbrarse. Yo por ejemplo nunca había dormido en una hamaca, pero te vas acostumbrando. De repente entraban los puerquitos al cuarto en la madrugada, cosas que uno no vive normalmente. Pero ya en el proceso dices “ha valido la pena”.
Otra cosa fue el rechazo a los hombres con las cámaras, las mujeres se nos escondían y difícilmente nos daban una entrevista. Fue todo un reto entrar a una parte tan íntima de sus vidas, ojalá que haya podido representar lo que realmente son.
¿A qué se debe la elección de usar la voz de Yalitza Aparicio para la narración del documental?
Yo creo que fue muy natural, cuando decidimos que íbamos a hacerlo narrado la primera persona que se nos vino a la cabeza fue ella. Yalitza es una representación de la comunidad indígena en general para el mundo. Sabemos del éxito que ha tenido, teniéndola a ella seguramente íbamos a tener más exposición. Pero, además, la actitud que tuvo ella desde el principio. Cuando le escribimos por primera vez yo le mandé un pedacito de 6 minutos de la historia y le encantó, nos respondió inmediatamente que le había encantado la historia, que se quería involucrar y que aceptaba narrar. Cuando ya terminamos la parte de la grabación de su voz, fuimos con ella a que las conociera. Ella entiende perfectamente la lucha cultural y la lucha del machismo, creo que eso hace que se sienta personal y cálida su interpretación.