Tras la primera votación de los cardenales, que este miércoles 7 de mayo se aislaron en el Cónclave, la chimenea colocada en el techo de la Capilla Sixtina emitió humo negro, lo cual significa que aún no se elige al nuevo papa.
Esta es la única votación que se llevará a cabo en el primer día del Cónclave y mañana se retomarán las votaciones. Para que se elija al pontífice se necesitan al menos dos tercios de los votos y en el caso del proceso actual participan 133 cardenales electores, por lo que se requieren 89 sufragios.
Para mañana miércoles 8 de mayo se tienen contempladas cuatro votaciones a lo largo del día: dos por la mañana y dos por la tarde, por lo que se esperan dos posibles fumatas.
La primera fumata tendría lugar a las 12:00 horas de Roma (04:00 hora del centro de México), mientras que la segunda sería alrededor de las 19:00 horas de Roma (11:00 del centro de México).
Si en alguna de esas votaciones se alcanza la mayoría requerida de los dos tercios para elegir al nuevo papa, la fumata será blanca y le seguirá el anuncio del “Habemus Papam”; en caso contrario, la fumata será negra.
La constitución apostólica ‘Universi Dominici Gregis’ (1996) y otros documentos vaticanos y, ante la eventualidad de que se alargue, prevé una serie de pausas de reflexión y salidas.
En su artículo 74, establece que si después de tres días de escrutinios, es decir, de doce votaciones, los cardenales “encontrasen dificultades para ponerse de acuerdo sobre la persona elegir”, las sesiones se suspenderán por un día.
En esa pausa, podrán dedicarse a “la oración, al libre coloquio” entre ellos y a escuchar una “breve exhortación espiritual” del primer diácono.
En este cónclave, de alargarse, la pausa previsiblemente sería el próximo domingo, después de trece votaciones infructuosas (la de la tarde del miércoles y las cuatro del jueves, viernes y sábado).
La continuidad del cónclave, desde ese momento de pausa, alternará en los días siguientes ciclos de siete votaciones y recesos.
En la sexta y séptima jornada los cardenales llevarán a cabo otras siete votaciones y, si no hay acuerdo, en la última tarde harán otro descanso. Ya habrían acumulado entre 19 y 20 votos.
Luego se volverá a votar hasta un máximo de otras siete ocasiones, en lo que sería ya su octavo y noveno día. El escrutinio ya se habrá repetido 26-27 veces.
Los días diez y once, los purpurados volverán a votar otras siete veces. En ese momento, si no han elegido un nuevo papa, el cónclave ya sumará un total de 34 votaciones. Las negociaciones parecerán atascadas y la legislación vaticana propone una solución tajante.
Tras un día dedicado a la “oración, a la reflexión y al diálogo” se someterán a la elección los dos cardenales más votados en el último escrutinio, que no podrán expresar su preferencia.
Un cardenal será elegido papa si consigue el respaldo de la mayoría de al menos dos tercios de los cardenales, en este caso 89, ya que los electores ascienden a un total de 133.
El elegido, eso sí, deberá aceptar primero el nombramiento como nuevo pontífice, aunque también podría rechazarlo.
Todo este proceso, de acuerdo al estricto protocolo vaticano, deberá transcurrir en la más absoluta discreción, sin que los purpurados electores salgan de los dominios vaticanos.
Los votos serán quemados tras el recuento en una estufa instalada ya para la ocasión en la Capilla Sixtina y el color del humo anunciará al mundo exterior el resultado: el negro indicará que no hay acuerdo; el blanco precederá el famoso ‘Hambemus papam’.