Las drogas sintéticas siguen siendo la principal prioridad para la DEA, según su más reciente Evaluación Nacional de Amenazas de Drogas, donde expone varias tendencias clave que están moldeando esta economía ilegal, como el tráfico de drogas sintéticas y el robo de hidrocarburos, incluso petróleo crudo que trafican a Estados Unidos.
Lo más destacado es que las muertes por sobredosis están disminuyendo, una caída que la Administración para el Control de Drogas de Estados Unidos (US Drug Enforcement Administration, DEA) atribuye a la reducción en la pureza del fentanilo.
Según el informe, algunos productores radicados en México estarían teniendo dificultades para acceder a los precursores químicos necesarios para elaborar fentanilo de alta pureza. Pero como ha reportado InSight Crime, también es posible que los fabricantes estén diluyendo intencionalmente la droga para evitar muertes por sobredosis, con el fin de mantener vivos a sus consumidores y garantizar su regreso.
Los datos sobre incautaciones también apuntan a una desaceleración en la producción. En 2024, las autoridades estadounidenses confiscaron cerca de 30% menos fentanilo y una cantidad significativamente menor de pastillas falsificadas con fentanilo en comparación con el año anterior, según la DEA.
Sin embargo, una proporción cada vez mayor de las muestras de fentanilo en polvo están adulteradas con xilacina, un potente sedante que dificulta revertir una sobredosis. La agencia estadounidense ha identificado que esta mezcla rara vez se encuentra en pastillas, las cuales suelen ser baratas, de baja calidad y consumidas en grandes cantidades, posiblemente porque la xilacina sedaría a los usuarios antes de que puedan seguir comprando o consumiendo, lo que reduciría las ganancias.
Mientras tanto, la metanfetamina está siguiendo un rumbo diferente. En 2025, la pureza de la metanfetamina incautada alcanzó casi el 97%, aunque desde 2016 los niveles se han mantenido en torno al 90%. Y aunque el volumen total de metanfetamina incautada ha disminuido, la cantidad de pastillas de metanfetamina ha aumentado, de acuerdo con el informe de la DEA. Esta estrategia podría estar orientada a captar nuevos consumidores, incluidos asistentes a fiestas y usuarios ocasionales, como ocurrió con las pastillas de fentanilo de colores brillantes, según reportó InSight Crime en 2022.
La DEA también expresó preocupación por el “tusi”, el polvo rosado popular en discotecas de América Latina. La agencia menciona una posible participación del Cártel de Sinaloa en el tráfico de tusi hacia Estados Unidos. Pero el panorama es más complejo: la producción de tusi suele ser local y rudimentaria, y sus nexos con grandes cárteles siguen siendo poco claros, según un reporte de InSight Crime a comienzos de este año.
La cocaína sigue siendo otra prioridad para la DEA. Aunque Colombia continúa como principal proveedor de cocaína hacia Estados Unidos, la proporción de cargamentos incautados provenientes de ese país se redujo ligeramente el año pasado, del 88 al 84%. Si bien Colombia sigue siendo la fuente principal, esta disminución podría indicar un aumento en la producción en otros focos como Perú o Bolivia. También han surgido enclaves de cultivos de coca en Honduras, Guatemala e incluso México, aunque el informe no menciona específicamente incrementos en esas regiones.
Más allá de las drogas, el informe destaca una fuente creciente de ingresos para el crimen organizado: el robo de hidrocarburos, conocido como “huachicol”. Las autoridades estadounidenses investigan a una red criminal mexicana por contrabandear petróleo crudo hacia Texas bajo la apariencia de residuos peligrosos. Una vez en Estados Unidos, es lavado a través de empresas fachada e introducido al mercado legal con precios reducidos. Las ganancias luego se envían de regreso a México. La DEA identificó a integrantes de esta red de robo de combustible como miembros de alto rango de algunos de los grupos criminales más poderosos de México, como el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), el Cártel de Sinaloa y la Familia Michoacana.
El robo de combustible ha sido desde hace tiempo una fuente de ingresos para el crimen organizado. Pero el reciente esquema, junto con las sanciones del Departamento del Tesoro de Estados Unidos contra individuos vinculados, sugiere un nuevo nivel de sofisticación en la manera en que estos grupos criminales lo están explotando para lavar dinero.