El 12 de noviembre, en México, se celebra el Día Nacional del Libro, una fecha dedicada a reflexionar sobre la importancia de la literatura y el acceso a los libros como una herramienta de diálogo, reflexión, conocimiento y desarrollo cultural.
Esta festividad fue establecida por decreto presidencial en 1979 bajo la administración del presidente José López Portillo, la fecha del 12 de noviembre fue elegida en homenaje a Sor Juana Inés de la Cruz, cuya contribución a la literatura mexicana es incalculable. Esta conmemoración también es un buen pretexto para recordar la publicación de la Carta atenagórica de Sor Juana Inés de la Cruz, escrita en noviembre de 1690, como un ejercicio de reflexión, elaborado a partir de la lectura de un sermón del padre Antonio Vieira, S. J. La carta fue enviada al obispo de Puebla, Manuel Fernández de Santa Cruz, quien la publicó en 1690 sin que se conozcan los motivos que lo llevaron a ello, pues ha sido definida como un escrito lleno de declaraciones feministas.
Sor Juana es una de las figuras literarias más relevantes de la época virreinal y un símbolo de la lucha por los derechos de las mujeres en la cultura. A través de su vida y obra, Sor Juana no solo desafió las convenciones sociales y religiosas de su tiempo, sino que también abrió el camino para las generaciones de poetas y escritoras mexicanas que, siglos después, siguen reivindicando el derecho a la expresión literaria en un país que, aunque avanza, aún enfrenta retos en cuanto a equidad de género, seguridad y visibilidad para las mujeres.
Sor Juana, nacida en 1648 en una época en la que las mujeres eran consideradas en gran medida como la voz del silencio, marcó un parteaguas en la literatura no solo por su talento intelectual, sino también por su valentía al desafiar los límites que la sociedad de su época había impuesto. En un mundo donde las mujeres debían ocuparse solo de las labores domésticas, Sor Juana eligió el camino de la erudición, la ciencia y la escritura. Su obra, que abarca desde la poesía hasta el ensayo, siempre estuvo teñida de una profunda reflexión sobre el conocimiento, la religión, la política y el lugar de las mujeres en la sociedad.
La publicación de su “Carta atenagórica” en 1690, dirigida a las autoridades eclesiásticas y escrita con un agudo sentido crítico, es considerada una de las obras más representativas de la defensa del derecho a la libertad de pensamiento, a la educación y, sobre todo, al derecho de las mujeres a expresarse. Esta carta, que fue censurada por la Iglesia, es un claro ejemplo de la lucha que Sor Juana libró, a través de su pluma, para garantizar la voz de las mujeres en un contexto donde el silencio era su único espacio permitido.
A lo largo de la historia literaria de México, muchas poetas han seguido los pasos de Sor Juana, encontrando en su ejemplo una fuente de inspiración para sus propias obras. Poetas como Rosario Castellanos, Pita Amor, María Enriqueta Lira y más recientemente, mujeres como Elsa Cross, Carmen Boullosa y Mónica Lavín, han reflejado en su trabajo la riqueza y complejidad del pensamiento feminista, la denuncia de las estructuras de poder y la reivindicación de los derechos de las mujeres. Cada una, a su manera, ha continuado la lucha que Sor Juana comenzó, no solo a través de la palabra, sino también a través de su presencia pública y su participación en los debates sociales y culturales.
Rosario Castellanos, por ejemplo, en su obra aborda la cuestión de la mujer en una sociedad patriarcal, retomando la voz que Sor Juana había dejado como testamento.
Por otro lado, Pita Amor, poeta del siglo XX, aunque muy diferente en estilo a Sor Juana, también compartió con ella la capacidad de interpelar a la sociedad con su poesía de gran fuerza, directa y contundente. Como Sor Juana, Pita Amor nunca dejó de luchar por su lugar en el campo literario, en un México que no estaba preparado para aceptar a las mujeres como voces autoritarias.
Hoy, en pleno siglo XXI, las poetas mexicanas continúan explorando la complejidad de la identidad femenina en un país que sigue siendo, en muchos sentidos, conservador y misógino. No obstante, el legado de Sor Juana sigue presente. Su obra se lee y se estudia en las universidades, su figura es admirada en el ámbito literario, y su ejemplo sigue inspirando a escritoras que, como ella, han hecho de la palabra su medio de resistencia y de construcción de un mundo más justo.
La celebración del Día Nacional del Libro en México tiene un doble propósito. Por un lado, se reconoce la importancia de la literatura como patrimonio cultural; mientras que por otro, se pone en evidencia la necesidad de continuar trabajando por el acceso y la visibilidad de las mujeres escritoras. Aunque ha habido avances, las escritoras mexicanas siguen luchando contra las estructuras patriarcales que han dificultado, históricamente, su inclusión en los circuitos literarios más visibles. En un país donde las estadísticas de violencia de género son alarmantes, y donde la literatura ha sido históricamente un campo dominado por hombres, la figura de Sor Juana sigue siendo un símbolo de resistencia y de lucha por los derechos de las mujeres a existir y a expresarse.
El acceso a la literatura y la promoción de autoras mexicanas en los espacios académicos y editoriales son temas que deben seguir en el centro del debate cultural. El Día Nacional del Libro no solo debe ser un recordatorio de lo que hemos logrado, sino también de lo que aún queda por hacer. Sor Juana no solo rompió barreras en su época; su ejemplo sigue rompiendo silencios y empoderando a las escritoras mexicanas de hoy.
El 12 de noviembre, en el Día Nacional del Libro, celebramos más que una fecha en el calendario. Conmemoramos la riqueza de la literatura mexicana, el legado de Sor Juana Inés de la Cruz y la presencia indomable de las mujeres escritoras que, a través de los siglos, han levantado sus voces contra las injusticias y las desigualdades. Sor Juana, a través de su obra y su vida, ha dejado claro que la literatura no tiene género y que, para las mujeres, la escritura siempre ha sido un acto de resistencia, de liberación y de creación. Celebrar este día es, por lo tanto, también un recordatorio de que la lucha por la igualdad sigue siendo parte de la historia de la literatura mexicana, y que, como Sor Juana, todas las voces femeninas merecen ser escuchadas.