A una semana de un éxodo masivo, en el que unos 4 mil indígenas choles del municipio de Tila, fueron víctimas de desplazamiento forzado, el sitio enclavado en la parte norte del estado de Chiapas luce desolado.
Sin embargo, permanecen las evidencias de la violencia en casas que fueron quemadas y los casquillos percutidos sobre las calles, evidencias que agentes de las fuerzas federales y estatales intentaron borrar tras el caos que generó un grupo criminal generador de violencia en la región.
Aquel día, más de 4 mil indígenas choles fueron desplazados por la violencia que azota a la localidad de Tila debido a los enfrentamientos entre 2 grupos armados uno denominado “Los Autónomos” y otro reconocido como “Karma”.
Ante la incertidumbre de que esta problemática de desplazamiento no sea atendida por los Gobiernos federal y estatal, algunos habitantes decidieron ingresar a Tila para alimentar a sus gallinas, perros y gatos, pero tienen temor de perder parte de su patrimonio.
“Hasta hoy está tranquilo y lo que pedimos es que haya paz, yo decidí quedarme porque no puedo estar en otro lugar, otra casa, tengo que cuidar mis animales, y no me meto en problemas”, expresó a EFE, Francisco, de 78 años, poblador de Tila y quien se reservó su apellido como medida de seguridad.
Después de los ataques en el municipio solo quedaron un puñado de habitantes, en su mayoría personas de la tercera edad quienes además de ser de bajos recursos, sufren diversos padecimientos y enfermedades que les impidieron dejar su hogar por la violencia y ahora se les ve caminar por las deterioradas calles, entre los comercios de artículos religiosos y casas cerradas, en busca de comida y servicio médico.
“La verdad iban por mí, me iban a matar como modo de presión para que mi hijo se entregara, me quemaron la casa y un coche”, expresó a EFE una mujer mayor que dijo llamarse Catalina, “pero no quiero dejar mi casa, ni mis recuerdos”.
EFE